Era la noche del 14 de marzo de 1951, el 72º cumpleaños de Albert Einstein. A la salida de la celebración, los fotógrafos esperaban capturar alguna imagen. Arrinconan al famoso y comienzan a disparar sus cámaras. Al fin Einstein consigue atravesar el mar de fotógrafos, y junto a los dos amigos con los que iba, se suben a un auto. Allí, en el asiento trasero, los tres comentan, hablan, ríen, y antes de que se cierre la puerta, alguien que creía que su trabajo aún no estaba terminado le pide a Einstein que pose: “una pose de cumpleaños, señor Einstein”, dijo el fotógrafo. Y Einstein cumplió: sonríe y saca la lengua. Saca la lengua para el fotógrafo, le saca la lengua a la foto, les saca la lengua a todos. En ese momento, aunque no lo supiera, se creaba un icono fotográfico inmortal.
viernes, 2 de noviembre de 2007
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