El ingeniero francés Gustave Eiffel presentó primero su proyecto de torre a los responsables del Ayuntamiento de Barcelona, para que se construyera en esta ciudad con motivo de la Exposición Universal de Barcelona (1888). Pero a los responsables del ayuntamiento barcelonés les pareció una construcción cara, que no encajaría en la ciudad. Tras la negativa del consistorio barcelonés, Eiffel presentó su proyecto a los responsables de la Exposición Universal de París, donde se erigiría un año más tarde, en 1889. Éstos aceptaron construir la torre, pese a que en principio pensaron que la tendrían que desmontar una vez acabada la exposición.
La estructura comenzó a construirse en 1887 para que sirviera como arco de entrada a la Exposición Universal para conmemorar el centenario de la Revolución Francesa. Cerca de doscientos trabajadores ensamblaron las 18.038 piezas de hierro forjado.
Según la temperatura ambiental, la cúspide de la Torre Eiffel puede acercarse o alejarse del suelo unos ocho centímetros, debido a la dilatación térmica del metal que la compone. Para alcanzar la cima, si no se sube en ascensor, hay 1665 escalones.
El mantenimiento de la torre incluye la aplicación de cincuenta toneladas de pintura, cada cinco años, para protegerla de la corrosión. En ocasiones, se cambia el color de la pintura, en el primer piso, hay consolas que permiten votar la elección del futuro color de la estructura. El color original fue el amarillo.
La Torre pesaba alrededor de 7.300 toneladas, si bien hoy en día se calcula su peso en más de 10.000, eso se debe a los restaurantes, museo y tiendas que se han añadido posteriormente.
En la primera década del siglo XX, los parisinos mostraron su descontento con la Torre, que llegó a tal punto que el gobierno dio la orden de su demolición. Pero su potente antena la salvó de su destrucción, ya que recibía ondas de radio alemanas, en la Primera Guerra Mundial, lo cual sirvió de gran ayuda a los aliados.
Fue la edificación más alta del mundo hasta la construcción del Edificio Chrysler, Nueva York, en 1930.
Félix Velasco
No hay comentarios:
Publicar un comentario