Estado de la construcción del puente de Manhattan (Estados Unidos), el 23 de marzo de 1909, con la terminal marítima en primer plano. Es increíble el contraste de las casas de la orilla con la construcción de esta obra de ingeniería.
El nombre de “Manhattan” proviene del idioma utilizado por los indios del lugar. Esta isla fue comprada por colonos holandeses a los nativos por 24 dólares el 24 de mayo de 1626 y el establecimiento de unas 30 familias holandesas dos años después, cuando fundaron la ciudad de Niew Amsterdam. Esta ciudad se convirtió en la capital del territorio de la Nueva Holanda. En 1664 fue conquistada por los ingleses, quienes cambiaron el nombre por el de New York, bautizado así en honor del Duque de York, quien luego sería el Rey católico Jaime II de Inglaterra.
En Manhattan hay censados hablantes de 96 lenguas distintas. La mayoría de la población es de lengua inglesa, con un 58,1% de los hablantes. El español es la segunda lengua con un 24,9% de hablantes. El chino cuenta con un 5%, el francés un 2,2% y el resto de idiomas no llega al 1% de hablantes.
Es aún más notable que los puentes de Brooklyn y de Williamsburg. Considerando sus características constructivas ubicándonos en los inicios del siglo XX podemos describir que su longitud total, incluyendo los aproches, es de 2.089,50 metros. El arco central mide 448 metros y los dos arcos de ambas márgenes miden 221 metros cada uno. El peso es soportado por cuatro enormes cables de acero de un diámetro de 585 milímetros, constituido cada uno de ellos por 9.472 alambres. Este puente es del tipo de doble piso; por el piso inferior pasa una carretera de 10,67 metros de anchura, con dos aceras de 4 metros de anchura para peatones y cuatro vías para vehículos de marcha rápida. El piso superior lleva dos vías para tranvías eléctricos y una calzada de 7,16 metros de anchura. Lo ancho del puente alcanza 37,33 metros, y la altura sobre la superficie del canal, que tiene allí 122 metros de anchura, es de 41 metros. Los cimientos de las torres que soportan los cables están construidos en el lecho del río sobre grandes cajones de madera, sumergidos a una profundidad de 28 metros bajo el agua en la marea alta.
Félix Velasco
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