Adolff y Rudolf Dassler
Esta lucha comenzó allá por los años mozos del siglo pasado, cuando Christoph Dassler y su hijo Rudolf, alemanes, trabajaban en una fábrica de zapatos llamada Big Dogs, en un pueblo cerca de Nuremberg. La Primera Guerra Mundial estalló y Rudolf, el hijo, tuvo que unirse a la lucha y dejar la fábrica. Después de la guerra volvió al pueblo, por decirlo de algún modo, y comenzó a trabajar en otras fábricas, no dedicadas al mundo del calzado.
Adolf Dassler contrata a dos fabricantes de zapatos en el lavadero de su madre, un habitaculo de unos 20 metros, sin electricidad ni maquinaria. Todos los zapatos que produce son de cuero y estan hechos a mano aunque muy pronto empieza a crear zapatos distintos para cada deporte.
Después de un tiempo empleado por cuenta ajena, en 1924 Rudolf se unió a su hermano Adolf, apodado “Adi”, que acababa de fundar su propia fábrica de zapatillas: Gebrüder Dassler Schuhfabrik, esto es, Fábrica de Zapatos de los Hermanos Dassler. Adi era el diseñador y su hermano Rudolf el vendedor.
El negocio fue prosperando y en 1936 Adi viajó a hasta la villa olímpica con unas zapatillas y convenció a Jesse Owens para que las usara en la competición. Aceptó y así se convirtió en el primer atleta de color en ser esponsorizado.
Recordemos que Owens fue la estrella de aquellas olimpiadas, por ganar medallas y por el disgustó que aquello le provocó a Hitler. GanÓ 4 medallas de oro y establece cinco records del mundo: usando el calzado Dassler en todas las pruebas. El patrocino de Owens fue un éxito y la fama de las zapatillas Dassler creció como la espuma. Todo el mundo, en todo el mundo, quería aquellas zapatillas para correr.
Hasta aquí la historia ya es digna de recordar y merece una curistoria, pero no acaba aquí la cosa. Los hermanos Dassler se unieron al partido Nazi alemán, aunque con diferentes intensidades. Esta diferencia de opiniones les llevó a distanciarse y finalmente, como siempre pasa en estas riñas familiares, un último detalle, posiblemente sin importancia, acabó por romper la relación entre los hermanos. Durante la Guerra la fábrica se transformó, como muchas otras, en proveedora de la Wehrmacht.
Muchos pensarán que sus ordenes eran construir botas y ropa militar. Nada mas lejos de la realidad. Su mision fue construir el conocido como "Panzerschreck" (Tank Terror), un bazooka que podía perforar una coraza de 114 mm de espesor desde una distancia de 150 m. Se utilizó con éxito en la batalla de Stalingrado y con menos fortuna por los Afrika korps. ¿Quién hacía entonces la ropa y el equipamiento?, Hugo Boss, otra de las muchas empresas al servicio de Hitler.
Tras un juicio celebrado por los aliados para evaluar su nivel de compromiso con el nazismo, Adi salió exonerado y pudo retener el control de la empresa. Con la derrota en la maleta y tras haber sido prisionero de los americanos y denunciado por su propio hermano, Rudolf tuvo que emigrar, con mujer y dos hijos, al otro lado del río Aurach para empezar de cero en una pequeña fábrica en Würzburgerstrasse. El lugar se emplazaba a pocos kilómetros, pero la reconciliación entre ellos distaba una galaxia. La mitad de los empleados –los técnicos– se quedaron con Adi; la otra mitad –los de ventas– se enrolaron con Rudolf. El río marcó la linde entre los adeptos de uno u otro hermano.
Herzogenaurach es un pueblo situado al sur de Alemania, en Baviera, cada lado de Herzogenaurach tiene sus propias pastelerías, carnicerías y hasta escuelas. Cada lado, también, se tiene odio mutuo, al estilo de dos pueblos vecinos enfrentados, pero todo en un mismo pueblo. En un lado del río está la sede de la marca Adidas y en el otro, a apenas 500 metros de distancia, la sede de la marca Puma.
En 1948, los dos hermanos, Rudolf y Adi, dividieron la empresa. El primero creó una nueva empresa y el segundo continuó con la ya existente. Eso sí, le cambió el nombre y la renombró a partir de su mote: “Adi”. De aquí nació la marca Adidas, de la unión de “Adi” y “Dassler”.La nueva empresa, creada por Rudolf, siguió el mismo patrón y se llamó Ruda, proveniente de “Rudolf” y “Dassler”. Más tarde, en 1948, este Ruda fue cambiado por Puma y de ahí hasta hoy. Dos de las marcas punteras en artículos deportivos del mundo, provienen de dos hermanos que acabaron reñidos hace casi unas cuántas décadas. La rivalidad entre los Dassler se convirtió en el germen de una contienda colosal. Los combates se libraron en la calle, en los tribunales, en la cárcel...
Los herederos mantuvieron encendida esta rivalidad mutua, que acabó por convertirse en un furibundo odio en 1970, cuando ambos hijos, Horst y Armin, pugnaron por fichar al gran jugador de fútbol Pelé para que promocionara su respectiva marca. Para evitar una infinita guerra de ofertas que mermara la capacidad económica de ambas compañías, optaron finalmente por llegar a un acuerdo: el “pacto Pelé”, que consistió en que Pelé ya no sería un objetivo comercial. Sin embargo, Armin, dueño de Puma, acabó contactando en secreto con la estrella brasileña y le entregó 25.000 dólares más otros 100.000 por los siguientes cuatro años de esponsorización, además de un 10 % de las ventas de todas las botas Puma con su nombre.
El 13 de febrero de 1974 Adi Dassler irrumpió en el vestuario de la Selección Española de fútbol prometiendo a cada jugador 100 dólares por calzar Adidas. Los rojigualdas se jugaban el pase al Mundial en Francfort frente a Yugoslavia. Todos cambiaron de botas menos el madridista Pirri, quien a cambio de 400 dólares pintó las tres rayas, símbolo de la marca, sobre sus botas Puma teñidas de negro. Adujo que las Adidas «le hacían rozadura».
Rudolf Dassler moría el 6 de septiembre de 1976. Alegría desbordante que se reflejó en la siguiente nota de condolencias: «Por razones de piedad humana, la familia Adolf Dassler no hará comentario alguno sobre la muerte de Rudolf Dassler».
El ocaso coincidió con la explosión de las marcas estadounidenses Nike y Reebok, que le arrebataron parte del pastel gracias a la popularización de la NBA. Madonna o Brad Pitt luciendo modelos de Puma contribuyeron al relanzamiento de una empresa en horas bajas desde la retirada de Boris Becker. Su presidente, Jochen Zeitz, no pudo frenar la compra por parte de PPR, una multinacional francesa. Por su parte, Adidas volvió a manos alemanas, compró Reebok por 3.000 millones de euros y su consejero delegado, Herbert Hainer, devolvió gloria y dividendos. «Irónicamente, el único miembro de la saga ligado a alguna de las dos compañías es Frank Dassler, nieto del fundador de Puma que ¡trabaja para Adidas!», exclama Smit. Últimos símbolos: Zidane, el galáctico Beckham y varias selecciones nacionales de relumbrón. Cuba incluida. Porque de los tentáculos de Adi no se libró ni Fidel Castro, que viste su anti imperialista, revolucionario y quebradizo cuerpo con un chándal Adidas cada vez que reaparece. Como reza el último lema de la marca, impossible is nothing.
Félix Velasco
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